jueves, 7 de mayo de 2015

Relato corto | La herida


El relato que os pongo a continuación debió ser parte de una antología en contra del acoso escolar pero, por problemas ajenos a mi persona, decidí que no participase en el proyecto y lo quiero compartir con todos vosotros. ¡Espero que os guste! | Por Enrique Calvo.



No paraba de pensar cómo había llegado a esa situación. Estaba en el baño del instituto, con la puerta cerrada del water y el cerrojo echado. Oía los gritos y las risas de mis agresores que aporreaban la puerta sin parar. No quería oírlos, por lo que me tapé las orejas con mis manos mientras observaba cómo mis ropas estaban totalmente destrozadas. 

Mis compañeros de clase se mofaron de mí desde el primer día de curso. Recuerdo que ese día llevaba una camiseta rosa que mi madre me había regalado con la que la frase "vive en libertad" que se apreciaba cerca del pecho en un tamaño no muy grande. Oí susurros y un grito que procedía de una de las mesas del fondo de las clases: "¡maricón!". En ese momento no le di importancia al asunto, pero las vejaciones tenían lugar día sí y día también. Cada vez tenía más miedo de ir a clase y les ponía mil y una excusas a mis padres para no hacerlo.


- ¡Sal de ahí, mariconazo! - los gritos del cabecilla de mis agresores me hicieron regresar al presente.
No sabía qué hacer y, lógicamente, no podía quedarme eternamente en el baño. Respiré hondo, me armé de valor y abrí la puerta. En aquel instante vi tres pares de ojos que me miraban con furia.

- Ya sabes lo que toca - dijo uno de los chicos mientras se bajaba la bragueta.

No quería hacerlo, estaba harto de sentirme como un estúpido y dejar que me pisoteasen como una hormiga. Recordé que me había guardado la tijera en el bolsillo trasero de mis pantalones después de la clase de imagen y expresión. Mientras que los tres chicos me decían de todo, deslicé mi mano hasta tocar la tijera, la saqué del bolsillo y me la puse en la mano.

- ¿Nos vas a apuñalar, mariquita? - me preguntó uno de los chicos.

No contesté. Cogí la tijera y comencé a rajarme la muñeca izquierda. Sentí como la sangre brotaba de mi interior y caía en el suelo. Comencé a marearme y me desmayé sobre el suelo. Oí cómo uno de los tres agresores gritaba que llamasen a alguien para socorrerme y los otros dos se fueron sin decir nada. Al poco tiempo noté cómo el chico me abrazaba y lloraba sin parar pidiéndome perdón una y otra vez pero, ya nada podía curar la herida. Entre abrí los ojos, le sonreí y los volví a cerrar para siempre.




2 comentarios:

  1. buff que triste todo !!! pero la verdad que me ha gustado mucho !!!
    que valor quien sea capaz de llegar a hacer eso :)
    muchos besos !!!!

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